Siento la nada y el todo atravesar mi cuerpo, mi mente.
Y no digo nada nuevo, pero lo es para mí o lo fue.
Me decís que no queres hacer nada que no queramos hacer los
dos.
Y es ahí, en ese preciso instante que me recorre una indefinición, un
desconcierto.
Mis límites corren desesperados y mis ojos te miran
asombrados.
Te digo que es la primera vez que me dicen algo tan
importante.
Pienso que a partir de ello, todo cambió para nuestro juego.
Porque comienzo a pensar más allá del juego.
La ficción se acaba o quizás comienza otra un poco menos
furtiva.
Todos mis planteos quedan a un lado.
La nada misma nos invade, nos miramos extasiados.
Mis nervios comienzan a florecer por primera vez ante vos.
Te veo y veo lo que sos, lo que me decís, lo que me das.
Me fascinó mirarte en ese espacio/tiempo que fue nada pero lo
fue todo para mí.
Te pregunto precipitada, ¿Qué hay después?
Vos me respondes que no hay después. Que es acá y ahora.
Un silencio me estremece. Pero pronto cierro los ojos
y me entrego regalada
a este presente donde te siento candente.